Los períodos de
gobierno de Cristina (2007-2015) coincidieron en Santa Fe con el triunfo del
Frente Progresista, que produjo la salida del PJ del gobierno de la provincia
tras 24 años. En ese contexto, el peronismo santafesino (entendido como un
todo) nunca pudo hacer pie con una propuesta política que contuviera a todas
sus expresiones, y lo hiciera competitivo en término electorales
.
La época estuvo
fuertemente cruzada por el conflicto del gobierno nacional con las patronales
del campo, la todavía importante influencia de Reutemann y su “teoría del
alambrado” (sustraer a la provincia de las disputas nacionales), y la apuesta
de parte del peronismo local a la oposición con el kirchnerismo; lo que incluyó
por ejemplo el acompañamiento al gobierno de Binner cuando inició el juicio en
la Corte Suprema por los fondos de la coparticipación que iban destinados a la
ANSES; justo cuando la política previsional (con moratorias, AUH y ley de
movilidad) era uno de los puntos fuertes del kirchnerismo, que explicaron por
ejemplo que Cristina ganara en Santa Fe en sus dos candidaturas presidenciales,
una de ellas con Binner como adversario.
En 2011 y 2015 el
PRO intentó llegar al gobierno provincial con la candidatura de Del Sel, y en
ambos casos logró polarizar la dispuesta con los candidatos del FPCyS dejando
afuera de la conversación al PJ; aunque simultáneamente en el Congreso los
rivales coincidían casi siempre, votando en contra de todas las políticas
centrales del kirchnerismo durante ese tiempo: la reforma a la Carta Orgánica
del Banco Central, la ley de abastecimiento, la reforma judicial, la ley de
pago soberano contra los fondos buitres, los cambios en la AFI, solo por citar
algunos ejemplos relevantes.
Por su diferente
alineamiento frente a la experiencia kirchnerista, y por haber comprado llave
en mano la idea de Reutemann (ya pasado con armas y bagajes al nuevo
oficialismo nacional) de un peronismo comarcal, el PJ santafesino no pudo sacar
provecho de esa circunstancia; quedando preso de la trampa del discurso del
federalismo, y la defensa de los intereses de la provincia, con lo cual poco
podía diferenciarse del oficialismo provincial.
Menos cuando
sectores internos gravitantes (como los senadores provinciales) tampoco
pusieron mucho esmero en diferenciarse de los gobierno del socialismo, votando
la boleta única para salvar la ropa en sus departamentos con los recursos de la
Banelco de los subsidios; convirtiéndose así en los precursores de la estrategia
pichettista de la “oposición razonable”, con ramificaciones en el endeudamiento
externo de la provincia, y en el copamiento y disciplinamiento de la justicia;
como pasó con la ley de remoción de los fiscales que acaba de ser declarada
inconstitucional, y con el frizzamiento de la reforma policial aprobada durante el gobierno de Jorge Obeid.
Y ahora, tras la
brutalidad de tres años de macrismo que cambiaron radicalmente el panorama con
terribles efectos en la estructura económica y social de la provincia, el
escenario de tercios (que fue muy nítido en la elección a gobernador del 2015)
vuelve a dejar afuera de la disputa (o al menos de su visibilidad) al peronismo
santafesino, desplazado de la escena por el conflictos entre radicales y
socialistas, socios originales del FPCyS, tras la convención de Gualeguaychú de
la UCR, y su integración en “Cambiemos”.
Un culebrón que
supera semanalmente los niveles del ridículo en la disputa entre Lifschitz y
Corral, que se terminó decantando no al principio (cuando el sector del
intendente decidió respetar la decisión de la convención, y ficha en
“Cambiemos”), sino cuando el socialismo advirtió que Macri venía también por su
cuello, para arrebatarles la provincia. Porque hasta entonces, todos en el
gobierno provincial y en la estructura política que lo sustenta, creían en la
posibilidad de la convivencia civilizada con la derecha gobernante en el país,
tanto que al mejor estilo de Pichetto le aportaron gobernabilidad, votando por
ejemplo el acuerdo con los fondos buitres o el blanqueo de capitales (que
incluyó la autorización para desguazar el fondo de ANSES), que además
replicaron en la provincia; sin contar con que además Lifschitz estampó su
firma en el pacto fiscal, que sirvió de preludio a la reforma previsional.
En el mismo
sentido, es muy notorio el contraste entre las tibias protestas del gobierno
provincial (que no pasan de alguna declaración en los medios) en temas
urticantes como los tarifazos (comprensible en este caso porque el socialismo
tiene el culo sucio, en la parte que le toca), la eliminación del fondo sojero
o de los subsidios al transporte; cuando con Cristina se pintaban la cara y le
declaraban la guerra a su gobierno, justificando el sistemático voto en contra
en el Congreso como ya se dijo, en presuntos incumplimientos o discriminaciones
del gobierno nacional para con la provincia.
Aun tras la
estrategia de unidad con posibilidad de competencia interna que el PJ diseñó y
puso en prácticas para las legislativas nacional del año pasado, nunca encontró
el tono, el discurso y la propuesta específicamente provinciales, para
cuestionar al gobierno del FPCyS y proponer alternativas, mientras se señalaban
sus complicidades por acción y omisión con los estropicios de Macri.
Otro tanto ocurrió
en la ciudad, o peor, porque acá sí gobierna Cambiemos a través de Corral:
mientras la representación legislativa del PJ en el Concejo aparece perdida en la anécdota y la pavada, el socialismo pone en
aprietos la continuidad de la UCR al frente de la gestión municipal, con solo
oponerle a Corral como contrafigura a Jatón; una especie de Reutemann surgido de los medios,
sin olor ni color ni definición política alguna, pero con votos surgidos de que
lo conocen por ser años la cara visible del noticiero del canal local, y no
mucho más.
Conforme los tiempos se aceleran y el cronograma
electoral provincial (desenganchado del nacional) se vuelve más apremiante, el
peronismo provincial y el de la ciudad tienen que encontrar urgentemente el
modo de subirse al ring y protagonizar la pelea, para no volver a quedar afuera
de la disputa local y provincial; que quedaría reducida a una PASO informal del
anti-peronismo. Temas para vertebrar un discurso que de cuenta de los enormes
falencias de ambos gobiernos (provincial del socialismo, municipal de la UCR en
“Cambiemos”), sobran.
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