Por A.C.
Según el anuncio del Presidente del Banco Central, “Nos proponemos un objetivo más agresivo en la acumulación de reservas que el que tuvimos en el último año”, y declaró que se planteará como nuevo objetivo acumular reservas para mejorar la solvencia de su institución; y que, para esto, incrementará el stock que tiene hoy, del 10% al 15% del PBI, ya que según el funcionario, ese es uno de los requisitos para colocar al país en condiciones de Investment Grade, es decir el máximo grado de calificación para inversiones financieras. Financieras.
Mientras sostenía que en los últimos meses se logró un aumento de las reservas internacionales equivalentes a 4 puntos del PBI, olvidó considerar los niveles siderales de deuda que tomó el gobierno de Macri durante el último año, y que esa toma de deuda es la principal causa de ingreso de dólares.
Descontando de las reservas actuales los préstamos y los depósitos en dólares (que no pertenecen al Banco Central), las reservas netas, reales, solo alcanzan a 15.000 millones de dólares, de manera que para llegar a tener reservas equivalentes al 15% del PBI, deberían sumarse 25.000 millones de dólares, un objetivo que alegremente plantea Sturzenegger en el marco de una actividad económica que sigue cayendo estrepitosamente a causa de las medidas tomadas por el gobierno del que forma parte y que él conduce en materia económica.
Entre esas medidas, una devaluación monstruosa del peso, que tuvo como lógica consecuencia su traslado a precios y costos, con una inflación que desde la devaluación ya superó el 50%, mientras el dólar se mantiene en el valor del “sinceramiento” generado por la devaluación, cuando pasó de $9,60 a más de $15 . Neutralizada la devaluación por la enorme inflación interna generada por la propia medida, las supuestas “ventajas comparativas” que traería la devaluación, se esfumaron en pocos meses, y por eso hoy los sectores exportadores claman por un dólar más alto, es decir por una nueva devaluación, lo que produciría un nuevo efecto inflacionario (y un nuevo despojo a los sectores asalariados).
Y como la inflación es un tema que definitivamente éste gobierno no solo no ha podido detener, sino que la elevó a niveles inmanejables, la meta que fijara el propio Sturzenegger del 17% para éste año, produce risa. Es una meta desmentida día a día por el incesante incremento de precios, con el agravante de las nuevas y descomunales tarifas. Es una meta declarada de imposible cumplimiento por las consultoras amigas del gobierno y hasta por el FMI. Y además, es el propio Sturzenegger quien la desmiente cada semana, cuando fija los intereses que pagan las Letras del Banco Central (Lebac), hoy con un interés superior al 26%.
En su desvarío monetarista, el Sr. Sturzenegger pretende manejar la inflación solo a través del retiro de los pesos circulantes, y para ello ha emitido compulsivamente Lebac desde el inicio de su gestión. Con una inflación durante el 2016 mayor al 41% y de más del 6% (según el INDEC) en el primer trimestre de 2107, es evidente -como sabe cualquier estudiante de economía de primer año- que las causas de la inflación no solo obedecen a volúmenes monetarios, y por eso la fórmula del Sr. Sturzenegger no tiene éxito. Ni lo tendrá.
Sin embargo, el Banco Central ha emitido más de 600.000 millones de pesos en letras, las que están en su mayoría en poder de los bancos, y que hacen que a cada vencimiento, sean los bancos quienes fijen el interés para renovar las Lebac. Si el Central no pagara el interés que los Bancos le exigen, los bancos no renovarían las letras y pedirían su pago, en cuyo caso, el Banco Central y el Sr. Sturzenegger volarían por los aires, porque no hay 40.000 millones de dólares (600.000 millones de pesos) para cancelar las letras.
Y mientras se mantiene el dólar planchado, otra consecuencia nefasta de la emisión descontrolada de Lebac y del interés que debe ofrecerse a los tenedores para evitar el colapso, es que estas letras con altísimos intereses en pesos, permiten la ya reiteradamente explicada bicicleta financiera: cambiando dólares por pesos, comprando con esos pesos Lebac, cobrándolas a su vencimiento junto con el alto interés en pesos, y volviendo con ese dinero a comprar dólares. Se obtiene así un interés en dólares imposible de obtener en ningún otro mercado del mundo. El milagro monetarista del Sr. Sturzenegger, y los dólares que por supuesto se fugan al exterior, porque éste gobierno evidentemente no genera confianza en los inversores.
En éste panorama, los anuncios del Sr. Sturzenegger preocupan y quizás sean fruto de la desorientación, ante el estrepitoso fracaso de su anticuada política monetarista. Con una inflación persistente, con una actividad económica en caída permanente, con ausencia total de inversiones, con niveles de endeudamiento récord en pocos meses (lo que reduce la posibilidad de seguir recurriendo a ese salvavidas), con un equipo amateur en Hacienda, con situaciones de conflictividad social permanente, con el crecimiento del desempleo, con el derrumbe del mercado interno, estos anuncios son llamativos.
Si el Sr. Sturzenegger pretende en este marco económico desolador, aumentar las reservas, tendrá que comprar dólares. Porque difícilmente las cerealeras tripliquen sus liquidaciones de divisas, ahora que éste gobierno les dio un plazo de 10 años para liquidarlas. Tampoco de las exportaciones industriales llegarán divisas, por ese mismo plazo para liquidarlas, y porque además en un marco del 40% de la capacidad instalada ociosa, sin mercados, y con costos internos que superan los del año 2015, desde ese sector no habrá milagros. Y seguir recurriendo a la toma de deuda no es un recurso eterno. Y si la esperanza del Sr. Sturzenegger está en la inversión financiera y por eso persigue el Investment Grade, ese tipo de inversión especulativa siempre retira más dólares de los que ingresa.
Si Sturzenegger quiere aumentar las reservas y los dólares no provienen de la actividad económica, la alternativa que queda es emitir pesos para la compra de esos dólares. Y después recurrir a emitir más Lebac para secar la plaza de esos pesos circulantes, aumentando la ya astronómica deuda cuasi fiscal,con más letras e intereses que se tornan impagables. En la situación económica generada por el macrismo, el presidente del Banco Central con su plan ha ingresado en el terreno del delirio.
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