El Colegio de
Abogados porteño (el de la calle Montevideo, el propulsor de todos los golpes
de Estado producidos en el país) pide que se declare inconstitucional la Ley
24.946 (1998) del Ministerio Público, en cuanto exige que para destituir al
Procurador General de la Nación se sustancie un juicio político, con mayoría
agravada de dos tercios de los presentes de cada Cámara para habilitar el
proceso, y la destitución.
El Colegio es manejado por una lista armada
en conjunto entre la UCR y el PRO, su verdadero factótum es Daniel Angelicci,
el presidente de Boca y operador judicial del macrismo. El pedido para declarar
inconstitucional la ley lo firma -entre otros- Ezequiel Cassagne, del estudio
que defendió los intereses de Clarín, La Nación y la Sociedad Rural en sus
litigios contra el Estado por la ley de medios, el no pago de impuestos y la
devolución del predio de Palermo; respectivamente.
La figura del
Ministerio Público Fiscal como órgano extra poder y autónomo dotado de
autonomía funcional e inmunidades (artículo 120 de la Constitución) fue
introducida en el Pacto de Olivos y el “núcleo de coincidencias básicas” para
la reforma de 1994 a pedido de Raúl Alfonsín y el radicalismo. A 23 años de la
reforma os legisladores de la UCR (sin dejar de reivindicar al primer
presidente de la transición democrática) estaban dispuestos a levantar sus
manos en el Congreso, sea modificando la ley para tumbar a Gils Carbó, sea para
destituirla por juicio político. Todo sea por preservar a “Cambiemos”.
En casi 20 años de
vigencia de la ley, nunca se supo que al Colegio de Abogados porteño le
molestara, o le pareciera inconstitucional. Hasta ahora, en que se presta a ser
el “Plan B” del gobierno de Macri para echar de su cargo a Alejandra Gils
Carbó; porque no le dan los números en el Congreso para el juicio político, y
ya fracasó un intento de modificar la ley para limitar temporalmente su
mandato, con carácter retroactivo a su designación. Jueces del palo que se
presten a declarar inconstitucional la ley (pasando por encima de la propia
Constitución y de la discusión legislativa en el Congreso), seguramente no les
van a faltar.
Cristina (que sería
la encarnación misma del populismo destrozador de instituciones) le propuso a
Gils Carbó ser Procuradora General tras el fracaso del pliego de Reposo, y
luego de que ella dictaminara (siendo fiscal de cámara) en contra del acuerdo
preventivo extrajudicial de Multicanal que allanaba la fusión con Cablevisión
(luego aprobada por el gobierno de Néstor, cuando el kirchnerismo estaba en
buenas migas con el Grupo Clarín).
Macri, en cambio
(que es la representación viviente de la virtud y los valores republicanos)
quiere echarla porque cumple su rol: investigar posibles delitos, cometidos por
él, sus funcionarios y familiares. Y dictaminar en casos espinosos para el
gobierno (como los tarifazos, o la detención ilegal de Milagro Sala), en contra
de los deseos del gobierno, y exigiendo que se respeten las leyes y la
Constitución.
De esta nueva fase
de la ofensiva contra la Procuradora de Macri protagonizada por Angelicci no se
han conocido expresiones públicas en contrario de la locuaz Carrió (a la sazón,
constituyente en el 94’). Tampoco sabemos si ha tratado el tema en sus
habituales reuniones con el presidente.
Por el contrario el
ahora ex Procurador del Tesoro, Carlos Balbín, fue elogiado ampliamente por
Carrió pese a su estruendoso silencio durante la discusión por el arreglo conlos fondos buitres, y su rol como mínimo secundario
en el escándalo del Correo.
Pese al apoyo de la
pitonisa, Macri decidió rajarlo, para reemplazarlo por un tipo propuesto por
Ernesto Sanz (el descubridor de talentos como Dujovne); porque el tipo le había
armado “la ingeniería financiera de campaña”: léase le recolectó guita entre
los numerosos y adinerados clientes de su estudio, sobre lo que volveremos más
adelante.
Balbín rechazó el ofrecimiento para reemplazar a
Leandro Despouy (el ex titular de la AGN) como representante del gobierno ante
los organismos internacionales de derechos humanos: acaso no
deseaba repetir los papelones de tener que explicar algunas cosas inexplicables
que están pasando en la Argentina con los derechos humanos.
Vuele a su cargo de
juez en lo contencioso administrativo y tributario de la CABA, de donde venía y
en el que tenía licencia; un fuero trabajosamente armado por Angelicci (que lo
recomendó para la Procuración), y ampliamente dominado por el PRO desde que
gobierna la ciudad: toda una garantía de independencia en el regreso al
ejercicio de funciones judiciales, Rodríguez Larreta debe estar temblando. Al
parecer, estos detalles se le escaparon a Elisa Carrió cuando decidió
defenderlo tan abiertamente.
De acuerdo con el
Decreto 201 de Macri (analizado acá), la Procuración General del Tesoro debía intervenir
obligatoriamente en los juicios contra el Estado (algo que está obligado a
hacer por ley, desde 1947), en aquellos casos en los que pudieran producirse
situaciones de conflictos de intereses. El decreto -recordamos- surgió a partir
del escándalo del Correo Argentino, que saplicó al presidente y su familia.
Saravia Frías, el
reemplazante de Balbín, es un recomendado de Sanz y Dujovne (de quien era
funcionario), que cuando le queda tiempo libre entre videos, reuniones en el
exterior y tráfico de influencias, quizás haga algo inherente a las funciones
del cargo para el cual fue designado. O mejor no, no sea cosa que todo empeore
aun más.
Como se ve en la
imagen de abajo (sacado de la página web de su estudio) el hombre tiene una
gran cartera de clientes, que incluye a casi todas las multinacionales mineras
que opera en el país, los principales bancos, empresas agropecuarias y fondos
comunes de inversión. Es decir los principales beneficiarios de las medidas
económicas tomadas por el gobierno de Macri, incluyendo el blanqueo.
Y también (ver
recuadro) al Grupo Macri, lo que lo convierte para el presidente en el hombre
ideal para asesorar al Estado en los conflictos de intereses con las empresas
de los Macri: se asegura así que no haya conflictos entre los intereses en
juego, garantizando los que verdaderamente le importan: los de los negocios
propios y de su familia.
Al cierre de ésta edición no se conocen declaraciones de Carrió
sobre la salida de Balbín y su reemplazo en la Procuración del Tesoro por uno
de los abogados de los Macri. Quizás trate el tema en alguna futura reunión con
el presidente.
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