Ya es historia conocida como llegó la
conducción de la CGT al paro general del 6 de abril (empujada en público por la presión de las
bases en el acto del 6 de marzo); tanto como lo que pasó después, en el país,
en el mundo del trabajo y en la propia CGT.
Sin embargo, no
viene mal recordar los hechos: siguieron los despidos tanto en el Estado (los
últimos casos conocidos, los de Radio Nacional y otros medios públicos) y las
empresas privadas (por estas horas Camioneros lanza un paro por los despidos en
Sancor); y frente a la crisis de Santa Cruz el gobierno de Macri le pide a
Alicia Kirchner un plan de ajuste que involucra despedir miles de empleados
provinciales.
Las propuestas
flexibilizadoras del gobierno están a la orden del día, y las plantea como la única
respuesta a cualquier problema de la economía: lo que se firmó para Vaca Muerta
con los petroleros esperan replicarlo con las automotrices, la industria
metalúrgica, la del calzado y los textiles, y su obstinación en imponerlas en
el caso Sancor es lo que está a punto de hacer naufragar el salvataje de la
empresa; poniendo en riesgo miles de empleos, además de los que ya se
perdieron.
Los reflejos
represivos del gobierno ante la protesta social están listos a desplegarse como
sucedió con la carpa de los docentes, y Peña atribuyó en el Congreso los
problemas de empleo a “mala praxis empresarial”; y no a las consecuencias del
plan económico.
El presidente ha
ratificado en público que no piensa convocar a la paritaria nacional docente ni
aunque una ley y un fallo judicial lo obliguen, e insiste en ponerle techo al
resto de las otras paritarias: ahí anda la UOM del selectivo Caló (el que no
vota mujeres) a punto de lanzar un paro porque al pedido del 30 % de aumento
los empresarios le contestan con el 18 % pautado por el gobierno.
Mientras, el
presidente viaja a Estados Unidos para inaugurar junto a Paolo Rocca una
fábrica de Techint que les dará empleo a 600 trabajadores...estadounidenses;
se viene otra ronda de aumentos de tarifas, continúan subiendo las
importaciones de textiles, calzados y bienes de consumo que amenazan empleos
argentinos.
Los propios datos
oficiales dan cuenta de que la economía sigue cayendo a pique, y los salarios
“viejos” (con las paritarias a pérdida del año pasado) continúan perdiendo
poder adquisitivo con su secuela obvia: la merma en el consumo de bienes
esenciales como lo alimentos, por parte de los sectores más vulnerables de la
población que destinan a ellos la parte más sustancial de sus ingresos.
Con los datos
conocidos de la descomunal transferencia de ingresos por 16.000 millones de
dólares de los sectores populares a los más concentrados de la economía, el
aumento de la desigualdad y la pérdida de participación de los trabajadores en
la distribución del ingreso nacional, la “emergencia social” no arranca, y el“aguinaldo social” sigue siendo una promesa vidriosa.
El gobierno no
tiene demasiado interés siquiera en cumplir los pactos que firma con algunos
sectores empresariales y sindicales: luego de acordar con la industria de la
construcción planea importar casas prefabricadas desde China, y tras el pacto
con las automotrices, el 70 % de los autos que se venden en el país son
importados, y apura la exigencia a las industrias para incorporar el etanol en
un 100 % en los combustibles; poniendo en riesgo más puestos de trabajo. Hasta
se apresta a soltarle la mano a Moyano en el negocio de OCA.
Desde su larga gira
por EEUU para la asamblea del FMI Dujovne nos advierte que los trabajadores
deberán convencerse de que los salarios no le pueden ganar a la inflación, y
desde acá Triaca y María Eugenia Vidal profundizan la ofensiva anti sindical:
apretadas a los sindicatos disfrazadas como “exigencias de transparencia y
democratización”, descuento de días de paro y amenazas de multas y pérdida de
personería gremial a los sindicatos docentes. El propio Macri no duda en
mencionar en primer lugar a los gremios como una de las principales “mafias”
que dice combatir, en cuanta oportunidad tiene.
En ese contexto,
leíamos en Ambito Financiero que la CGT piensa organizar un acto del
1º de mayo muy particular: en un estadio cerrado, con invitados rigurosamente
seleccionados (ejerciendo el derecho de admisión, para evitar “infiltrados”),
evitando la calle y la movilización. Más allá del difícil contexto que no da
para festejos en el Día del Trabajador, fuera incluso de la tradicional
liturgia peronista de la que dicen ser celosos custodios.
Pero si el
continente es magro, el contenido amenaza ser peor: nada permite inferir que
del acto del lunes saldrán precisiones de la central obrera sobre la
continuidad del plan de lucha o algo similar, tras el paro general. Por el
contrario, Schmid (que sería el único orador) insistirá en el pedido de diálogo
a un gobierno que ha dejado claro que no quiere dialogar (aunque diga lo
contrario); y en ofrecer a la CGT como un tapón que obture la protesta social,
en lugar de liderarla.
Es muy posible
entonces que el mensaje transcurra por los mismos carriles de esta nota delpropio Schmid en Perfil hace unos días, historiando viejas luchas de
cuya continuidad hoy no se hacen cargo; en un tributo nostalgioso a la emoción
para disimular la decadencia actual de la conducción de la CGT. Y más aun,
“delcañizando” su discurso para obsesionarse en subrayar que el macrismo y la
década kirchnerista “son lo mismo”, en lo que a los trabajadores concierne; una
conclusión que no resiste el más mínimo cotejo histórico, ni con la opinión
predominante entre los propios trabajadores.
Mientras todo esto
transcurre se vienen las elecciones, se perfilan las posibles ofertas
opositoras y el gobierno disfrutará de su propio acto del Día del Trabajador
organizado por el “Momo” Venegas y con Macri como principal orador.
Un modo de decirle
que se la fumen bien a una conducción de la CGT a la que le sigue pasando el
tren de la historia por al lado, sin que logren demostrar que están a la altura
de las circunstancias, lo que no implica que disminuyan la tensión social y las
protestas, sino que en todo caso pasarán por otro lado; incluidas las propias
delegaciones regional de la central en el interior, o sectores internos con
otra visión, como la Corriente Federal de los Trabajadores o el nucleamiento
sindical “Saúl Ubaldini”.
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