LA FRASE

"HABÍA DOS BOTONES, UNO VERDE Y OTRO ROJO, Y YO PENSÉ "EL ROJO DEBE SER PARA VOTAR A FAVOR DE CUBA"." (DIANA MONDINO)

lunes, 1 de octubre de 2018

LA SEDUCCIÓN DE LAS MASAS



Los tres años que lleva Macri en el gobierno estuvieron atravesados por la discusión al interior de la oposición sobre si son torpes y acumulan un fracaso tras otro, o por el contrario van consiguiendo sus objetivos, con eficacia formidable. El viejo y querido dilema sobre si son boludos, hijos de puta, o un mix de ambas cosas; dependiendo de las circunstancias, cuanto de cada una.

La discusión se traslada ahora a su acuerdo con el FMI, en dos etapas: ¿el gobierno terminó forzado a hacerlo en las condiciones que lo hizo por sus propias torpezas, o por el contrario el acuerdo le proporciona la excusa perfecta para hacer lo que quiso hacer desde un principio, y desplazar las culpas en la burocracia del Fondo? Acá Tomás en Artepolítica aborda el punto, con algunas reflexiones que invitamos a leer, porque nos parecen muy interesantes, y disparadoras. 

Pero más allá de que la polémica es interesante en términos teóricos, también hay que concentrarse en los efectos políticos de que Macri y su gobierno, por error o por intención, hayan llegado al punto en el que nos encontramos: si concordamos que el proyecto de "Cambiemos" consiste en instalar en el país un modelo de desregulación absoluta que permita la valorización financiera de excedentes para una fuga de capitales rápida y sin límites, mientras se licúa el costo salarial medido en dólares, habilitando la posibilidad de precarizar el empleo y los derechos de la fuerza laboral, deberíamos decir que el éxito ha sido rotundo.

Pero si analizamos que el modo en el que ambos objetivos se han ido cumpliendo en estos casi tres años, pone en entredicho la estabilidad misma del modelo, y desde luego sabotea su continuidad política mediante ratificación electoral, la afirmación debe matizarse: del mismo modo que el macrismo hoy está limitado en sus opciones económicas a evitar el default de la deuda externa a como dé lugar y sin importar las consecuencias, sus opciones políticas parecen haberse reducido a ver como llegar a las elecciones del año que viene, y colarse en un eventual balotaje para ofrecerse como el único reaseguro de que no vuelvan Cristina y el peronismo, en su modalidad kirchnerista.  

En un proyecto económico y político que hace tiempo ya ha perdido la capacidad de "vender futuro" esperanzador, la clara apuesta del oficialismo es recostarse en el sector más fiel de su electorado; que se podría medir entre los votos de Macri en las PASO de "Cambiemos" en 2015 (aproximadamente la mitad de los que lograría en el balotaje), o quizás un poco más, pero menos de los que obtuvo en la primera vuelta de entonces.

A falta de resultados concretos de gestión para ofrecer, con todos los indicadores económicos dando pésimo y el propio gobierno diciendo por boca de Macri que la situación empeorará en lo inmediato (como lo hizo con los pizzeros oficialistas en el video de apertura), la única posibilidad que le queda a "Cambiemos" y al presidente para competir con alguna chance en las presidenciales del año que viene es apostar a un voto duro que prescinde de la valoración de las condiciones objetivas de existencia (las propias y las del contexto social), y de la forma en que variaron desde diciembre de 2015, para apostar a otro tipo de valores.

Un voto clara y duramente ideológico, mal que le pese a Durán Barba, que en esta increíble nota en Perfil en la que le atribuye -por contraste- a ese votante "tipo" de "Cambiemos" la superioridad moral y la custodia de los valores éticos de la sociedad argentina, frente a la degradación populista encarnada en el peronismo. En ese sentido su visión luce absolutamente coherente con la apelación del tuit presidencial de inspiración nazi en respaldo de los pizzeros bullyniados en las redes sociales por el spot oficialista, a "aislar" a los elementos no integrables al experimento macrista de refundación del país.

La idea es vieja, porque aunque Durán Barba se pretenda el inventor del agujero del mate, lo que su estrategia ha hecho (y por lo visto ahora, se reducirá solamente a eso, imposibilitado ya de ampliar los apoyos sociales al gobierno, por la propia gestión de éste) es galvanizar el voto antiperonista; acaso el voto más profundamente ideológico del electorado argentino, más incluso que el del propio peronismo y solo comparable al de la izquierda, si por ideológico entendemos regido por una adhesión visceral a ciertas ideas que resisten el paso del tiempo y de los hechos.

Con tres años ya en el gobierno nacional (con los resultados conocidos) y más de una década gobernando la ciudad vidriera del país, el PRO no puede apostar ya a ser "lo nuevo" en la política argentina, y cada vez se le complica más ofrecer una versión "renovada" de lo viejo, como lo ha podido comprobar en estos años hasta el propio Natanson. En consecuencia, sus únicas chances de mantenerse en el poder son ofrecerse como la garantía de que no volverán al gobierno Cristina y el peronismo, en su versión kirchnerista, tal como en el 2015 se constituyeron en la opción para ponerle punto final a la experiencia kirchnerista.

Claro que en esa funcionalidad le apareció por estos días una competencia: el "peronismo alternativo" representado en la foto de Pichetto, Urtubey, Massa y Schiaretti; que se ofrecen -más al poder real que al electorado en sí- como una especie de colectora para-oficial capaz de captar votos peronistas y restarlos a la alternativa que encarnen el kirchnerismo y el marco de aliados que pueda construir dentro y fuera del peronismo, facilitando de ese modo la continuidad de "Cambiemos". 

Porque aunque puedan haberlo pensado como alternativa al lanzarse, luce improbable que el eventual balotaje termine (por descomposición terminal del macrismo) decantando en una competencia entre "dos peronismos", uno de los cuáles sea capaz de imantar votos antiperonistas (que suelen ser los más sagaces para detectar cual es el peronismo "que hay que aislar"), para que el otro no llegue al poder.

La construcción de un polo opositor electoralmente competitivo no puede caer en el error de querer sumar lo no sumable, ni siquiera mediano una "interna amplia", en la que para peor, muchos de los llamados a sumarse no quieren entrar porque es claro que están en otra cosa, por lo antes descripto. En todo caso y para despejar dudas, veamos que pasa cuando se vote en el Congreso el presupuesto acordado con el FMI, y luego saquemos conclusiones al respecto.   

Por el contrario, los responsables de articular ese polo opositor y nosotros mismos, haríamos bien en leer mejor la estrategia del gobierno y sus alcances, para evitar pisar el palito de "la grieta", en el sentido de polemizar con el voto irreductible, o intentar captarlo: por fuera de él hay bastante tela para cortar, entre votantes de Macri en 2015 hoy decepcionados con su gobierno; y que en muchos casos fueron votantes del 54 % de Cristina en el 2011.

Es decir, esos votos que suelen fluctuar  de una elección a otra, conforme lo marque la situación socioeconómica y sus condiciones objetivas de subsistencia, pero también ciertas pautas culturales vinculadas a las expectativas de progreso, la posibilidad de ahorrar, entre otras cuestiones. Eso, por no contar que hay mucho voto a Macri hoy desencantado y a recuperar, en los sectores populares y del trabajo; cuyas preocupaciones existenciales son ciertamente más apremiantes. 

De allí que la construcción electoral, la campaña y el discurso -sin desconocer los aspectos ideológicos de la disputa- deban ser planteados en términos de estricta referencia al empeoramiento de las condiciones objetivas de existencia de la mayoría de la sociedad argentina, y su vinculación directa con las políticas del gobierno; y como éstas solo harán que la cosa empeore en lugar de mejorar; aun cuando el acuerdo con el FMI logrará su módico objetivo de evitar el default.

Y en ese contexto, ser capaces de ofrecer una esperanza, que no pase simplemente por volver a recrear las condiciones existentes en diciembre del 2015, porque además habrá que dar cuenta de nuevos desafíos que no estaban presentes entonces; y sobre todo por una cuestión más acuciante: la validez de las reflexiones de cara al proceso electoral suponen que se llegue a éste en tiempo y forma, y en condiciones medianamente "normales", algo que la realidad argentina presente está muy lejos de garantizar. 

1 comentario:

claudio maxl dijo...

El 54% Cristina 2011 en extasis K expuso implicitamente un 46% d gorilas (3-4% troscos y el 41-42% gorilas d derecha), 41% q "caaualmente" voto PRO 2017 y ese % sera el piso del PRO en eventual ballotage, existe un 5% q voto Cristina 2011 y viro a Macri 2015 (en ese 5% esta el colectivo "ganancias" q sucumbio ante el canto d sirena: "en mi gobierno ningun trabajador pagara impuesto a las ganancias")y a ese 5% es donde hay q apuntar cañones.